Vamos por la directa. Solo en una sociedad pobre y empobrecida, política, económica y socialmente, puede darse un subproducto tan elaborado como Castilla-La Mancha Televisión, impopularmente Telecandau. Hay que tener un déficit democrático muy alto para mantener este espécimen televisivo con el rostro impenetrable de su director general al frente y no sentir vergüenza de ofrecer el espantajo a la sociedad castellano-manchega, que desde luego no se lo merece. Y encima, lo paga silenciosamente. No hablo de los profesionales, no hablo de los periodistas, ni de los técnicos, ni presentadores, no cuestiono su valía ni la calidad de su trabajo: de lo que hablo es del régimen implantado en el medio, una forma de hacer televisión que menosprecia a los ciudadanos, insulta su inteligencia, manipula y desinforma y lo hace, además, con el dinero público de todos y una opacidad indigna. Tremendo.
Fuente: El Digital Castilla La Mancha
No hace falta recurrir a la hermenéutica para verificar que la televisión pública de Castilla-La Mancha incumple sistemáticamente desde hace años los principios bajo los cuales el ente fue creado durante el mandato de José Bono en la Presidencia de la Junta. El medio ni es transparente, ni es plural, ni es objetivo, ni es imparcial, ni es un servicio público, y se ha convertido en un cortijo mediático de su cúpula directiva, al servicio del poder y sus intereses. Es evidente. Según la ley 3/2000 de creación del Ente Público Radio Televisión Castilla-La Mancha, el incumplimiento es flagrante, con nocturnidad y alevosía. Y cosas peores. Supongo que cuando se incumple la ley se comete una ilegalidad. Ni Bono obligó en su tiempo a su inefable director general, Jordi García Candau, a cumplir estrictamente el mandato, ni José María Barreda lo hace cumplir ahora, y este agravio de años es una deuda democrática que ambos tienen con la sociedad castellano-manchega. Malo será que sean conscientes de ello y miren a otro lado, y peor aún si su actitud es fruto de la apatía, el desconocimiento o el abandono. Una ofensa para la región. Tal vez no lo entiendan pero está en juego una de las esencias de la democracia, porque de lo contrario que nos expliquen para qué necesitamos esta tele los castellano-manchegos y por qué gastamos en ella decenas de millones de euros cada año.
El último episodio de esta vergüenza regional que es Telecandau es la puesta en marcha, en plena precampaña electoral, de un amago de tertulia libre, caricatura de debate, en la que todo está dispuesto para sumarle apoyos al poder de aquí al mes de mayo, sin otro objetivo real ni perceptible. Es lo que hay, ni se molestan en disimular. Puro circo: la escena, el formato, el momento, los contenidos, la decoración. Un fantasma que es un insulto a los castellano-manchegos. Y un nuevo menosprecio a los boquiabiertos y alucinados periodistas de la región. ¿Pero por quién nos toma esta gente?
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Eso sí, pero que no se note todo lo que nos informa El Digital Castilla La Mancha, se censura Telemadrid (de momento, ya veremos qué o quién viene después) y así no nos queda más remedio que ver Telecandau, porque si no, aquí no la ve casi nadie.